Desértica pero fértil a su vez, así de mágica es la tierra que da origen a nuestros viñedos ubicados al pie de los Andes a 500 m.s.n.m. Viñedos que crecen en suelos francos, profundos y ricos en magnesio que, bañados por los rayos misteriosos del sol y cosechados por manos expertas y sensibles, dan origen a una nueva generación de vinos varietales, reserva, gran reserva y espumantes que bautizados con el nombre Intipalka, Valle del Sol en quechua, son poesía para los paladares de todos aquellos que se atreven a catar la vida.